Etiqueta: mexico

  • Una serie de eventos afortunados

    Antier, después de pasar la mañana en la Punta Zicatela, se me antojó un trago y me detuve en Slurpies. Me senté a tomármelo con calma. Kati llegó un poco después. Vi que, como yo, iba sola, así que quise abrir una conversación preguntándole si vivía en Puerto o si había viajado por su cuenta.

    Acto seguido, se sentó conmigo y jugamos varias rondas de Jenga. Entre risas y vodka (aunque originalmente había ido por mezcal), nos conocimos un poco mejor. Supe que tenía 24 años y que vivía en la CDMX; compartió conmigo su música favorita y hablamos un poco acerca de su trabajo, sus motivaciones y sobre lo que pensaban las personas más cercanas a ella respecto a sus decisiones recientes.

    El jueves pasado había sido su cumpleaños y decidió celebrarlo viajando sola por primera vez. —Nunca había celebrado mi cumpleaños así— me dijo. —Yo tampoco— le respondí. Al final, me hizo una recomendación: ir a Carrizalillo antes de regresarme a Monterrey.

    Sin más, nos deseamos un feliz cumpleaños y ella volvió a su ciudad esa tarde.

    Al día siguiente conocí a Edu. Sucedió mientras arreglaba mi maleta para hacer el check out en Nectar. Me saludó y tuvimos una pequeña conversación. Me contó que era de Chihuahua y que había ido a Puerto a meditar. Como yo, regresaba a su ciudad esa noche.

    En algún momento de la plática sentí hambre (y confianza), así que le pregunté si ya había desayunado. Respondió que no. —Te iba a preguntar lo mismo— agregó. Terminamos desayunando juntos en Cafeolé.

    Mientras comíamos, le conté que mi amiga Kati, a quien había conocido un día antes, me había recomendado ir a Carrizalillo. —Pero no sé si ir —le dije—, creo que está lejos y no sé cómo llegar—. Edu, ofreciendo soluciones a todos mis “pero…”, me propuso ir juntos.

    En la entrada de Carrizalillo había un guía turístico que ofrecía diferentes tours, entre ellos uno para soltar tortuguitas en Bacocho. —Podemos hacerlo más tarde, si quieres— me dijo Edu —ya lo he hecho, te va a gustar— continuó.

    Asentí.

    En realidad, ya conocía esa actividad y, sí, suponía que me iba a gustar. Solo que me sentía un poco insegura sobre si debía hacerlo o no (y cómo). Por suerte, había conocido a Edu.

    Pasamos unas horas nadando en Carrizalillo, y puedo decir que es una playa muy bonita y segura. Me la pasé muy bien. (Gracias por la recomendación, Kati).

    Acercándose el ocaso, nos movimos a Bacocho. Ahí tomé estas Live Photos. Fue una experiencia lindísima: el resultado de una serie de eventos afortunados. (Gracias, Edu).